Al momento de renovar tu cocina, o si estás sustituyendo algunas partes que hayan quedado obsoletas, seguramente te has hecho la pregunta: ¿Qué es mejor, cocinar con gas o con electricidad? La respuesta puede ser algo subjetiva y dependerá de diferentes factores, como los costos de cada servicio, tus necesidades personales e incluso preferencias estéticas.
Cocina a gas
La cocina a gas no solo fue la primera en llegar a los hogares del mundo, sino que también ofrece ciertas ventajas en cuando a eficiencia, costos y control del calor. En las cocinas más importantes a escala mundial, las cocinas de gas natural son una obligación y un factor determinante en el resultado de las recetas. Poder tener un manejo preciso de la llama y la cantidad de calor al que sometemos a nuestros alimentos marca una diferencia importante en la calidad de los platillos, influyendo en aspectos como sabor y texturas. Quizás este también sea el secreto de las recetas de la abuela, que una hornilla eléctrica no podrá sustituir jamás.
Por otro lado, si lo tuyo no es la cocina profesional, sino que cocinar es sencillamente parte de tu día a día, una cocina a gas puede ser más un estorbo que otra cosa, debido a las incómodas limpiezas que hay que realizar constantemente, si queremos mantener la higiene en la cocina. Además, emiten grandes cantidades de CO2 anualmente, por lo cual no son la opción más ecofriendly.
Vitrocerámica eléctrica
La vitrocerámica marcó una nueva era en las cocinas del hogar, ya que se trata de una opción más cómoda y significativamente asequible. Sin embargo, representan un aumento en la factura de la luz, que es más costosa que el gas. Además, una de las grandes críticas a este tipo de cocinas es lo mucho que tardan en producir calor, cosa que puede significar un gran punto en contra para usuarios que disfrutan la inmediatez dentro de su ajetreada cotidianidad.
Cocina de inducción
Esta es la más reciente innovación en cuanto a superficies para cocinar. No solo son cómodas y fáciles de limpiar, sino que su consumo es significativamente más eficiente. Las pacas de inducción trabajan de manera distinta a la vitrocerámica, en el sentido de que estas placas calientan directamente el recipiente mediante una transmisión de energía a través de un campo magnético. Si la placa no está en contacto con el recipiente, no se puede generar un campo magnético y, por lo tanto, no genera calor. Esto representa una importante ventaja en cuanto a seguridad. Aunque la inversión inicial sea un poco elevada, la ventaja de estas cocinas es que el calor se genera de forma inmediata, reduciendo el consumo energético hasta en un 20%, dándole un respiro a tu bolsillo.
¿Con cuál te quedas?
La respuesta a esta pregunta es algo personal, y dependerá de tus prioridades. Si lo que buscas es precisión y control sobre los alimentos, una cocina a gas te dará los resultados esperados, aunque la limpieza sea más tediosa y seas más propenso a sufrir incidentes como fugas o quemaduras. Por otra parte, dentro del sector de cocinas eléctricas, la inducción es la indiscutible ganadora. El primer gasto será un golpe, pero se te retribuirá con facturas más bajas y agilidad en la cocina.